Mi abuela, la más trabajadora

 

DSCF0999Salma Ruiz

Mi abuela nació el 1 de enero de 1955. Le pusieron de nombre Fátima y de apellido Aoujgal, en honor al pico más alto de la cadena de montañas del gran Atlas que recorre su pueblo. Fue defendida por sus tataratataratataraabuelos contra la conquista morisca (árabe). Ah, por cierto, mi abuela no es árabe, es bereber. Su padre fue militar y, por lo tanto, se crió en un barrio de la base militar. Estudió en un colegio público bajo el protectorado francés y también, en paralelo, estudiaba en un colegio coránico.
Mi abuela es muy trabajadora. Desde los siete años  tenía que levantarse a las cinco de la mañana para ir a la escuela coránica. Previamente le preparaba el desayuno a sus tres hemanos y después los llevaba con ella a la escuela. De seis a ocho de la mañana se estudiaba el corán y a las ocho y media tenía que estar en el colegio, hasta las doce. Tras comer en su casa, volvía al centro de dos a seis de la tarde, sábados incluidos. Regresaba a las seis y hacía la compra, ayudaba a sus hermanos, concluía su tarea, estudiaba y, además, se preocupaba por el estado de sus vecinos, por si les faltaba algo o necesitaban ayuda. Su ilusión fue siempre alistarse en las fuerzas armadas para ocupar el puesto de trabajadora social. Después de nacer mi madre y mis tios, mi abuela se dedicó plenamente al cuidado de sus hijos, a gestionar la economía de la casa y velar para que los sueños de sus hijos se hicieran realidad, incluso hasta el día de hoy.
En lo que a mí respecta, no la cambiaría por nada del mundo. Es una heroína valiente y cariñosa. Viajó mil kilómetros por carretera y cruzó el mar, durante ocho horas en barco, para asistir a mi nacimiento. Fue la primera en regalarme un ramo de flores y también en bañarme. Como yo no sé hablar árabe, ella siempre habla conmigo un poco en español.